Las personas mayores deben analizar su propio pasado con el fin de comprender lo que vivieron durante su infancia y evaluar sus interacciones con los niños.
«Sólo aquellos que son víctimas de este tipo de actos y permiten que sigan produciéndose de forma impune corren el peligro, como consecuencia de ello, de destruir las vidas de otras personas.
Era muy emocionante tanto leer las peores experiencias escolares propias como escuchar las de los demás. Podía identificarme con el dolor y la vergüenza que otros sufrían, y en cierto modo te das cuenta de que no estás sólo.
Efectos evidentes que estas experiencias han producido en toda nuestra vida: los complejos que hemos desarrollado y la intensidad del sentimiento permanecen.
ELEMENTOS DEL CASTIGO
Probablemente no haya que sorprenderse de que muchas de las “peores experiencias escolares” tuvieran algo que ver con el castigo, el aspecto físico del castigo era evidente.
Había también incidentes en los que los profesores despreciaban la intimidad y los espacios privados de los alumnos, y empleaban otros métodos de control que podían haber sido igualmente perjudiciales.
Muchas veces los estudiantes se quejaban del carácter público del castigo, más que del propio castigo, la parte más desconcertante de los episodios que relataban los alumnos era la variedad de infracciones menores que habían sido motivo de castigo. Algunos veces a los alumnos se les había castigado por error, por cosas que no habían hecho.
El castigo se agravaba cuando los alumnos no estaban seguros de por qué se les castigaba, o no sabían cómo corregir sus faltas. Sabía que se suponía que debía hacer el trabajo de nuevo, sólo que ahora lo debía hacer bien. Pero ¿Cómo iba a hacerlo? Yo creía que lo que había hecho la primera vez estaba bien. ¿Qué había hecho mal? Al menos que me lo hubieran dicho.
Las respuestas de los estudiantes a todos estos incidentes eran unos sentimientos vehementes de enojo dirigido a cada uno de los profesores y al propio sistema educativo. Algunos respondían con el auto odio o el aborrecimiento del aprendizaje. Normalmente los alumnos se limitaban a reservarse las emociones para <<odiar al profesor desde ese día en adelante». Algunas veces el resultado del castigo era la burla y el ridículo por parte de los compañeros de clase, lo cual hacia que los alumnos odiaran tanto al profesor como a los compañeros
Los casos más trágicos son los que Alice Miller (1990b) presentaba como ejemplo de interiorización de la culpa. Tanto si el castigo era merecido como si no, los niños aprendían a despreciarse. Se sentían "inseguros y estúpidos"
Era evidente que en los recuerdos de estos incidentes no existía por parte de los estudiantes tanta repulsa hacia ellos que les hiciera aborrecer el aprendizaje o abandonar los estudios. Lograron sobrevivir lo suficiente para conseguir licenciarse y comprometerse con la educación hasta el punto de planteársela como profesión.
Sin embargo, incluso en estas personas, los recuerdos de los castigos han afectado a sus carreras: El sistema escolar ha servido para erradicar el amor que sentía por el aprendizaje y el orgullo por mi trabajo y por mí mismo. Poco a poco me ha convertido en una maquina cuyo espíritu se ha perdido en la batalla por ser el mejor.